No es
novedad decir que en los últimos años la producción petrolera en nuestro país
ha caído estrepitosamente. Tampoco es noticia decir que las reservas probadas
de hidrocarburos se desplomaron en los
últimos años. Es todavía menos novedoso resaltar la adicción al petróleo que
padece el Gobierno Mexicano. Sin embargo, recientemente, me ha parecido
impactante observar estos tres gráficos:
Ahora,
seguramente usted, brillante lector, se preguntará cómo es que el Gobierno
Mexicano no está en banca rota si los ingresos petroleros representan casi el 40 %
del total de ingresos del gobierno federal. La respuesta es sencilla: El precio
del crudo se disparó (hacia arriba, obviamente) justo cuando México pasaba por
tan escabroso bache--y en el 2009 "la libramos" gracias a la estrategia de cobertura de Don Agustín Carstens. Observe la gráfica:
Espero
haberlo asustado. Si no lo hice, permítame intentarlo de nuevo: casi 40% del gasto del gobierno federal proviene de ingresos petroleros; la
producción petrolera se desplomó 33% de 2005 a 2009; las reservas probadas de
hidrocarburos cayeron en 45% en los últimos 12 años; y, para agregar el toque
aterrador, el actual nivel de ingresos petroleros se debe a los elevados
precios del petróleo, los cuales son lo más parecido a una “caminata aleatoria”
(término añejo que se puso de moda con el texto famoso de Eugene Fama “Random Walks in
Stock Market Prices” que básicamente se refiere a que los precios son
impredecibles).
Confieso
que, con el propósito de espantarlo, omití información relevante que le hace
mucha justicia a la administración de Juan José Suárez Coppel. Por ejemplo, la
paraestatal mexicana logró estabilizar la producción petrolera gracias a la
atinada estrategia—y a los altos precios del petróleo que la hicieron
rentable—de desarrollar pozos maduros para compensar la caída en la producción
que, como podrá ver en el gráfico siguiente, provino principalmente de
Cantarell:
Con
dicha estrategia Suárez Coppel y Compañía lograron incrementar la tasa de
reemplazo de las reservas a más del 100% (el crecimiento de las reservas
probadas es mayor a la producción en términos absolutos) durante el año 2012:
Después
de haber hecho justicia a la administración pasada de la paraestatal, regresemos
al escenario escabroso: aún suponiendo que los precios del crudo se mantendrán
estables en los próximos 6 años, la única forma de mantener la producción en
sus niveles actuales es explotando reservas en aguas profundas y no
convencionales (gas de lutitas y esas cosas exóticas, pues). Como usted habrá de saber, querido lector, los costos de exploración y desarrollo de estas reservas son altísimos debido a los requerimientos tecnológicos y niveles de riesgo, y PEMEX no cuenta con los recursos ni el portafolio de proyectos (para diversificar riesgos) para su desarrollo. Otra grafiquita:
Como
usted ya ha leído, escuchado o visto, éste es el escenario—con un poquito más
de detalle—que ha impulsado a nuestros políticos a proponer otra reforma
energética. Ahora, para no hablar en el vacío, me permitiré en la próxima
entrada del blog, describir qué otros cambios se lograron en el sexenio anterior y
cuáles, según mi humilde opinión, son los grandes retos que tiene la
paraestatal para la siguiente reforma energética. ¡Hasta la próxima entrada!
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